Desde hace un par de días no puedo sentirme como antes. No puedo despertar para sentirme plena. No logro entender qué es lo que pasa, no lo sé, o tal vez es tan claro para mí que no quiero aceptarlo. Si tan sólo pudiera ver las estrellas, o tal vez la luna, tan sólo un poco más y sentir que todo es real. Real.
Así como el dolor que siento, y el miedo de tenerte tan lejos, tan inalcanzable... Un miedo que se vuelve cada vez más profundo. Siento de repente que me atacan los recuerdos y me ahogan. Es que siento que ya no hay nada más sino dejarlo al tiempo, al destino o a no sé qué demonios. Es que siento que ya todo no es útil, es inútil.
Cuánto añoro que veas mis ojos y en ellos el reflejo de tu imágen, el reflejo del amor, de la bondad, de inocencia, de mis palabras. Que beses mis labios y sientas como algodón el susurro de mi voz. Que hables a mis oídos las palabras que te pido. Que te acerques a mi pecho y escuches los latidos de mi corazón que laten con tu nombre. Que agarres mis manos y sientas las líneas que me destinan a tu lado, que no puedo cambiar, que son tan tuyas como mías. Si tan sólo pudieras impregnarte del aroma de mi piel...
Y si yo pudiera ver tus ojos y ser el eco de tus palabras. Decirte tantas cosas hermosas que haga felíz tu corazón. Verte. Que los prados y las aguas me sonrían cuando tu mirada traspase mi alma. Mirarte y que me mires, querete como a mis ojos, o tal vez quererlos más a ellos porque con ellos te veré.
Tan sencillo, tan extraño,
tan ausente, tan presente...
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..::Mónica Castillo Gilède::..